No, no se me ha
atragantado ninguna noticia dudosa sobre los beneficios neurológicos
de jugar a videojuegos. Tampoco creo que el que lee esto deba
pertenecer a mi secta social “gamer” para sentirnos identificados
y compartir “megustas”. Creo que deberías jugar a videojuegos
por una razón muy distinta: forman parte de tu cultura.
No es muy común asociar
estos términos, cultura y videojuegos. Mucho menos es hacerlo arte,
por lo menos no desde ámbitos “serios”. Pero lo cierto es que
ahí están: desde los años sesenta, el mundo del videojuego ha
crecido vertiginosamente hasta convertirse en una de las industrias
del entretenimiento más rentable. Varios de sus productos ya han
alcanzado cifras económicas escandalosas, como el reciente
“Destiny”, pero no es eso lo que importa ahora. Es algo que tiene
que ver menos con los números y más con los juegos en sociedad.
Su potencial artístico
es tan evidente que asombra ver cómo, en ciertos sectores de la
sociedad, sigue calando el discurso de que los videojuegos son un
producto para críos o para matar el rato. No hace mucho un famoso
dibujante español se asombraba de lo que costaba producir uno. A
pesar de que en España empezaron a hacerse populares a finales de
los ochenta (disculpadme si me quedo corto, o bailan las fechas: nací
en el noventa), todavía hoy se habla de ellos como meras maquinitas
para frikis. El asunto no es tan exagerado como podía ser hace
quince años, pero se me entiende.
Lo que llama la atención
es que todavía hay muchos reacios que se niegan a considerarlos
dignos de conversación o reflexión. Y hablemos claro: hay
narraciones lúdicas muy complejas, tanto como podría ser una buena
novela o un disco de Pink Floyd. Los videojuegos han desarrollado su
propio lenguaje, sus estructuras y sus pautas y aún así no entran
en el circuito cultural español. Y digo español, porque en otros
países como Estados Unidos ya se los considera, desde hace años,
materia universitaria, algo que en España es un fenómeno casi
inmediato.
No es sólo una cuestión
de validez académica. Los videojuegos son un fenómeno social. De
aquí a unos años, conocer productos como Minecraft o Halo se
considerará cultura general. Haberlos jugado será una seña de
curiosidad, como se considera tener hábito lector o ver cine con
frecuencia. La sociedad se adapta a sus tiempos y lo mismo pasa con
los códigos culturales. Como decía al principio, no es una cuestión
de salud, aunque pueda serlo: jugar a videojuegos es también una
experiencia artística, creativa y divertida.
Hazte un favor a ti
mismo y juega. Hoy día es un mercado bastante accesible y existen
multitud de juegos gratuitos (y legales) en internet. El que no lo
intenta es porque no quiere.
- José María
- José María
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