Retomo el blog, que estuvo parado por las oposiciones y otras cosas.
- Despolitizar la política
La concepción de política de cada generación cambia. Esto es obvio y normal. Deseable, hasta cierto punto. Cuando un conflicto político termina, podemos concluir que es porque uno de los grupos en liza ha conseguido despolitizarlo: sea la firma de una constitución para todos los españoles (símbolo de concordia y acuerdo entre los grupos de la transición), sea el establecimiento de un sistema educativo. Cuando se establece un statu quo podemos decir que un asunto se "desideologiza": es decir, que la ideología de la clase dominante triunfa.
- Despolitizar la política
La concepción de política de cada generación cambia. Esto es obvio y normal. Deseable, hasta cierto punto. Cuando un conflicto político termina, podemos concluir que es porque uno de los grupos en liza ha conseguido despolitizarlo: sea la firma de una constitución para todos los españoles (símbolo de concordia y acuerdo entre los grupos de la transición), sea el establecimiento de un sistema educativo. Cuando se establece un statu quo podemos decir que un asunto se "desideologiza": es decir, que la ideología de la clase dominante triunfa.
Conforme nos
adentramos en el siglo XXI, la ideología dominante en el bloque occidental de
la guerra fría avanza con más fuerza sus posiciones, y terrenos considerados siempre
como naturalmente políticos porque hay una lucha por controlar su significado
(sistema educativo, judicial, etc.) empiezan a ser acusados de reductos de
marxismo o extrema izquierda. Nidos de política e ideólogos que "nada
tienen que ver con el mundo real". Seguro que estas palabras son parecidas
a las de alguna tertulia política nocturna. Así, acudimos al curioso
espectáculo en el que se pide la desideologización de la educación, de los
medios de comunicación (¡ni más ni menos!) o de la propia política. Aparecen partidos que tan solo pretenden reformar un poquito allí y otro poco aquí. Medidas de sentido común.
Esta
jugada pretende crear una barrera en torno a ciertos campos de discusión para
protegerlos. Se pretende despolitizar la educación para imposibilitar el debate
sobre ella. En este sentido, la política moderna se puede entender como una post-política, en palabras de Slavoj Zizek: una acción de partidos guiada por
expertos que no pretenden sino afinar el funcionamiento de los estados
modernos. Nada de cambiar, nada de pensar fuera de la caja capitalista moderna.
Cuando se despolitiza un problema es porque se deslegitima la crítica sobre él,
y sería una locura pretender cambiarlo. Desideologizar aquí significa
establecer, grabar en piedra. En la escuela no se debería hablar de política
porque es un tema de mayores y los niños no necesitan saber nada de eso. Es
de sentido común.
Es inevitable que este
fenómeno se produzca: las sociedades requieren estabilidad y unos principios
básicos de acuerdo para funcionar. Lo que ocurre es que el discurso
que las clases dirigentes tratan de establecer nos habla de una
realidad ideal en la que no existe ideología alguna, y que esta es un invento de un grupo de radicales que buscan hacerse con el poder para enriquecerse
personalmente. Se llegan a utilizar términos tan sonrojantes como
"fascismo de izquierdas" para caricaturizar cualquier posición que no
sea la del justo medio y la del sentido común. La educación es un
terreno en el que la lucha es poco menos que imposible: la universidad es un
campo en el que cualquier movimiento crítico es calificado como rupturista e
ideologizado. Por supuesto que lo está: como la propia institución, aunque esto no se reconozca. El statu
quo en este ámbito está casi alcanzado. La sociedad cambia y establece sus nuevos
parámetros. Termina el combate.
No hace
mucho tiempo que se publicó un libro de texto para la Educación Primaria en el
que se decía que Lorca "se había muerto". Es un ejemplo útil para
comprender esta forma neutra de la política: la literatura y la educación no
tienen nada que ver con las ideologías, así que es preferible construir un
relato en el que Lorca "se muere", antes que hablar de un crimen de
odio hacia los homosexuales, o de cómo se tuvo que exiliar la intelectualidad
española tras la guerra civil. Eso no interesa: en literatura sólo hay que
hablar de un autor y su obra: es de sentido común.
- José María
- José María
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